Promiscuidad en lo intermedio. Grietas y metáforas

Promiscuidad en lo intermedio. Grietas y metáforas

Espacio intermedio en proyecto para 5VPO en calle Concepción Arenal,Badajoz. AZAB
Espacio intermedio en proyecto para 5VPO en calle Concepción Arenal,Badajoz. AZAB

La casa, lo doméstico, como bien analiza Pierre Bourdieu, se presenta como la síntesis por excelencia donde convergen las variantes que definen la condición social del sujeto de cada época (1). Esto sitúa a la casa en una posición central, privilegiada; tanto por su condición de lugar cercano y siempre presente en nuestro imaginario, como por su sensible capacidad de detectar los cambios sociales, para convertirse en motor del sueño emancipatorio más allá de la modernidad hacia nuevas realidades políticas.

El predominio del bloque de vivienda colectiva como modus vivendi generalizado de las ciudades de nuestro entorno proyecta sobre ellas ciertos valores positivos asociados a la compacidad: concentración de servicios, flexibilidad, independencia del vehículo o acceso democratizado a cultura y ocio. Sin embargo, esta concentración espacial de vidas paralelas apiladas no asegura una profusión de relaciones alternativas hacia comunidades intermedias al limitante binomio publico-privado, restringiendo lo compartido a una envolvente y ciertas dosis de reuniones vecinales.

La polarización en la construcción del espacio neoliberal ha atirantado las categorías clásicas del paradigma urbano. El espacio privado, la vivienda, se elitiza, erotizado al ser convertido en inalcanzable objeto de deseo, mientras el espacio público, la plaza, el parque, ha sido engullido y acotado como mero escaparate del mercado. La solución a esta deriva individualizante y deshumanizadora no vendrá ni del mercado globalizado, que ve el espacio como una extensión material de sus intereses financieros, ni del poder estatal más preocupado por mantener sus jerarquías y anacrónicas estructuras burocráticas. La construcción de modelos intermedios de cogobernanza centrados en la idea de los bienes comunes, puede proporcionarnos herramientas alternativas para una concepción económica que combine producción, consumo y gobernanza en un sistema basado en las necesidades humanas (2).

Por otro lado, la fisionomía de nuestro parque de viviendas, con tamaños limitados y limitantes, poca relación con el exterior y jerarquías anacrónicas, ofrece una escasa potencialidad de uso más allá del comer y dormir, influenciado por una mal entendida aplicación del machine à habiter (3) moderno. De esta manera, ocio, reunión, trabajo, disidencia o simplemente lo inesperado no tienen cabida en nuestro espacio próximo.

Esta doble condición nos empuja a una necesaria relectura del espacio intermedio, los espacios no privados del bloque de viviendas. Portales, zaguanes, porterías, porches, escaleras, garajes, patios y azoteas se postulan como parte importante y olvidada del conjunto edificatorio, que situados en ese intermedio entre el entrar y el salir (4), se nos muestran llenos de potencial para ser (re)descritos y (re)apropiados.

Estos espacios de transito cotidiano, se hallan inmersos en una fuerte vorágine descalificadora que los despoja de atributos alejando a sus vecinos, cuyos contactos se ven reducidos a furtivas miradas de cortesía. De esta manera, los espacios se convierten en una extensión más de la idea hegemónica del espacio capitalista de no lugar(es) (5) y los vecinos en anónimos ocupantes sin memoria, ni experiencia sobre y con los mismos.

Lefebvre en La producción del espacio expone con claridad los principios de toda transformación “para que tenga un carácter verdaderamente revolucionario una transformación social debe manifestar una capacidad creativa en sus efectos sobre la vida cotidiana, sobre el lenguaje y el espacio” (6). Hemos de buscar el implícito germen del cambio. Frente a las utopías generalizadoras de estructuras deshumanizadas, la domesticación de las calles, subjetivación del espacio y el refuerzo del sujeto deben suponer una vía de transformación que desde la reafirmación de lo singular permita construir nuevas subjetividades ampliables y multiplicadoras hacia un nuevo horizonte común y diverso.

Así en el acto de (re)describir, en el sentido de relocalizarnos en estos espacio(s) intermedio(s), hemos de buscar un horizonte impregnando de cierta noción de promiscuidad, entendida en un primer estadio como la superación de la lógica divisiva y limitante que acota usos y funciones a espacios concretos. Romper con la noción servidora. Para en una segunda etapa desplegar un alegato hacia una concepción estético-arquitectónica abierta, capaz de asumir la contaminación y la impureza como elementos fundantes hacia la construcción de nuevas comunidades; en esta idea de construcción simbólica, asimilada de la canción popular, en la que el significado explicito se ve relegado en favor de una exaltación lúdica del orgullo, la pertenencia y la comunidad.

Unido a la idea anterior de lo promiscuo, la introducción de lo lúdico, el ocio, como activador de los intersticios del bloque de vivienda, amplifica los horizontes de los mismos posibilitando modos más amplios de uso y disfrute. Entender el valor de la cotidianidad, el disfrute, como programa de perversión de estos diafragmas funcionalistas. Cuidar unas plantas en el rellano de la escalera, un banco junto al ascensor en el que compartir un rato, sillas en un patio para mirar estrellas en noches de verano o un pequeño huerto en la azotea donde compartir pequeñas producciones de alimentos. Estas ideas de apariencia “ordinaria”, no solo aluden a acciones centrales de nuestro día a día, si no que nos dan soportes reales con los que arañar al sistema hegemónico, desde al menos tres grietas diferenciadas.

La primera estira del concepto de ciudades dentro de ciudad derivada de los estudios y teorías urbanas de O.M. Ungers. A través de esta mirada, podemos trabajar para entender y transformar la ciudad en un archipiélago en la que grupos de habitantes puedan autoorganizarse a través de artefactos arquitectónicos que les permitan reclamar espacio para su vida comunitaria (7). Esta vía, no solo nos permite constituirnos como comunidad, sino que lo realiza desde la reapropiación y el fomento del decrecimiento. Para ello, al igual que Ungers observase en la Viena Roja, los espacios comunes, el Hof (8), se posicionan en el centro como garantes de los servicios comunitarios que conforman la identidad de clase del conjunto.

Una segunda grieta debe explorar nuevos modelos de relación y reapropiación de lo natural, que desde lo doméstico, generen miradas complejas, respetuosas y sostenibles que permitan un modo alternativo de habitar en armonía con el medio ambiente. Las formas, desprendidas del cuidado y la cercanía, con las que las ciudades nos proporcionan acceso púbico a la naturaleza se muestran incompletas, reducidas únicamente a lo espectacularizante (9). En la esfera de lo privado, el culto al cactus ejemplifica la impotencia de una relación fracasada. La superación del alcorque y el tiesto como expresiones del medio natural debe pasar por la introducción de valores centrales como la ecología, la producción de alimentos, la creación de islas ambientales, o la incorporación de la flora y fauna local como activos e iguales habitantes de la ciudad. En este avance, la visión pintoresca (10) puede ayudarnos a convertir patios y azoteas en espacios de construcción alternativa, fusión de naturaleza y artificio, que nos permite abrazar lo existente y construir a su vez una cartografía paralela con la que conservar y ampliar lo natural.

Por último, agrietar dilapidando las desigualdades derivadas de la división reproductivo-productiva del trabajo. La visibilización de los trabajos reproductivos de crianza y cuidados presentando nuevas formas de relación mediante su mancomunado, autoproducción, o intercambio se tornan en necesidades para la constitución de comunidades empoderadas. En este sentido, una lavandería comunitaria, un aula de estudio, un huerto o un lugar de juego compartido se convierten en herramientas disruptivas hacia nuevos modos de trabajo.

Más allá de lo lúdico como relativo al uso, nos interesa como capacidad primigenia que use la arquitectura como mediador entre la persona y su entorno capaz de producir, ampliar y ordenar sentimientos, ideas y conflictos y celebrarlos. Así lo estético entendido de un modo ideológico no sólo nos edulcora las ideas marco hegemónicas, sino que como nos cuenta Terry Eagleton puede también proporcionar un inusual desafío y alternativa a las formas de ideología dominantes (11). En una defensa clara de la arquitectura como constructora de relatos, de historias que generen lugares de y para lo común. Podemos intentar ahondar en ello y tratar de identificar potenciales operaciones metafóricas (12) que desde la acción dialectico- espacial nos den armas para la disputa con el sistema turbocapitalista:

Epíteto o alegoría: Identidad. La superación de los grises y los miedos a la identificación con nuestros entornos y nuestras condiciones, en un refuerzo de la condición de clase y barrio. El color y el ornato deben ser entendidos, no como superfluos aderezos, si no como herramientas estéticas que nos posibilitan la superación de lo standard/global hacia la definición de marcos habitables que fomenten el desarrollo de lo subjetivo y que permitan explorar nuevas micro-realidades con las que erosionar lo establecido. Para cultivar el alma hay que diseñar un hábitat del cuerpo: crear un conjunto de prácticas capaces de funcionar como hábitos del cuerpo (13).

Hipérboles: Sobredimensión. La construcción de la grandeza, incluso la exageración como cualidad posibilitadora de infinidad de realidades. En esto se basa la defensa del proyecto abierto como confianza en el habitante y su manera y modos de usar el espacio, en una búsqueda no en mostrar maneras de usar los espacios si no en proporcionar las condiciones adecuadas para poder ser creativos en y con él (14). Esta vía busca en el más por menos, una acertada mezcla de lo funcional y lo indefinido en el que lo sobre- (sobredimensionado y sobrecálculado) se vuelven los mejores aliados para la resiliencia y la aparición espontánea de lo inesperado.

Metonimia: Objeto/mueble. La cualificación espacial a través de lo objetual como amueblamiento de deseos y funciones que supere el continente formal y derrame el contenido por el espacio. La extrañeza y la descontextualización del objet trouvé (15) mediante sus apropiaciones imprevisibles del espacio con objetos cotidianos nos hace conscientes de que lo óptimo es peor que lo disponible y las condiciones de acceso al uso son más urgentes que los criterios de optimización (16).

La rebeldía se halla en la búsqueda de las grietas descapitalizadas de los profundos actos humanos, mirar, pensar, descansar, compartir o amar. Las catástrofes no son hechos contingentes a avances futuros pero si nos obligan a mirar, una mirada obligada que en esta ocasión ha colocado la casa y el habitar en el centro de nuestro pensamiento. Esta invitación al uso intensivo de los bienes comunes constituye una apuesta hacia el valor del ser uno e individual en el espacio compartido, una celebración de la cultura urbana que defienda sus valores fundantes del civitas: diversidad, debate y política. Crear alianza y comunidad entre viviendas y vecinos, es una excusa para reinventar la ciudad y reinventarnos, desde una ruptura con el paradigma gerencial (17) y lo ya construido, en la que lo intermedio nos embriague en una nueva ciudad de lo común y los comunes.

 

Referencias y notas

1 Jarauta, Francisco: Presentación (Prólogo) de Sueño de Habitar de Lleó Blanca. Ed. Gustavo Gili, Barcelona , 2005.

2 Subirats, Joan: Bienes Comunes y Contemporaneidad. Releyendo a Polanyi. (Revista Ecología Política).

3 Del francés, machine à habiter, maquina de habitar. Según termino de Jeanneret-Gris, Charles-Édouard (Le Corbusier): Hacía una arquitectura. Ed. Poseidón

4 “[…]en esas dos palabras se encuentra resumida la grandezade dos acciones, que a su vez amplían el significado de las palabras y las llenan de connotaciones. Entramos (a un interior, a una casa, a un espacio …) y salimos (al exterior, a la calle, al mundo …)” Monteys, Xavier: La calle y la casa. Urbanismo de interiores. Ed. Gustavo Gili, Barcelona , 2017.

5 Según termino de Marc Augé. Augé, Marc: Los no lugares. Ed. Gedisa, España, 2017.

6 Lefebvre H.: La producción del espacio . Ed. Capitan Swing. Madrid, 2013.

7 Aureli, Pier Vittorio: La posibilidad de una arquitectura absoluta. Ed Puente editores, Barcelona, 2019.

8. Del alemán hof, patio.

9 Según termino de Debord,Guy: La sociedad del espectáculo. Ed. Pre-textos, España,2005.

10 Ábalos, Iñaki: Atlas pintoresco. Vol1: el observatorio. Ed. Gustavo Gili. Barcelona, 2005.

11 Eagleton,Terry: La estética como Ideología. Ed. Trotta. Madrid, 2011.

12 Según termino acuñado por García Canclini, Nestor: La Globalización Imaginada. Ed. Paidos. 2010.

13 Preciado, Paul B.: Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en Playboy durante la guerra fría. Ed. Anagrama, Barcelona, 2010.

14 Lacaton, Anne: Lacaton & Vassal: Condiciones abiertas para el cambio permanente. Entrevista con Anne Lacaton por José Mayoral Moratilla. Revista Materia Arquitectura, No18. Pag 18-21. 2018

15 Del francés, objet trouvé, objeto o arte encontrado, en relación al arte realizado mediante el uso de objetos que normalmente no se consideran artísticos, a menudo porque no cumplen una función artística en lo cotidiano, sin ocultar su origen, pero a menudo modificados.

16 Jaque, Andrés: Mies y la gata Niebla. Ensayos sobre arquitectura y cosmopolítica. Cap: The Rolling Society: La ciudad sin exteriores. Ed. Puente Editores, Barcelona, 2019.

17 Según termino acuñado por Agamben, Giorgio: “[…] paradigma gerencial: economía en su sentido original de administración del hogar.” Recogido por Aureli, Pier Vittorio: La posibilidad de una arquitectura absoluta. Ed Puente editores, Barcelona, 2019.

Promiscuidad en lo intermedio. Grietas y metáforas

AZAB

Azab se funda en 2018 por Cristina Acha, Miguel Zaballa, Ane Arce e Iñigo Berasategui. Arquitectos de distintas generaciones se unen alrededor de unos intereses sociales y culturales compartidos. Sus proyectos combinan la eficiencia e imaginación para generar nuevas relaciones que permanecen ocultas en cada contexto específico.

Azab entiende la arquitectura como una práctica estética potencialmente transformadora. Para ello produce imágenes, espacios, objetos, textos o edificios con los que explorar los márgenes entre lo político, lo social y lo lúdico.