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La ciudad (es)casa
De la ciudad dentro de casa a la ciudad (es)casa
Cuando la cotidianidad ha tenido que ser concentrada en apenas unas pocas habitaciones (la ciudad dentro de casa) la pandemia ha puesto en evidencia las limitaciones de nuestras viviendas. Desde la ventana o el balcón hemos observado detenidamente apenas un retazo de ciudad soñando recuperar vivencias, situaciones y relaciones que siempre dimos por descontadas y que la pandemia ha truncado durante meses. Con todo, el fin del confinamiento nos ha permitido salir de casa a una ciudad que miramos ahora con nuevos ojos y que se nos hace (es)casa.
La ciudad que hemos heredado, la ciudad que está planificada oficialmente, la ciudad que experimentamos en el día a día, la ciudad que se proyecta en el futuro… sufre innegables carencias ante los retos, las desigualdades y las inevitables incertidumbres contemporáneas. Su disposición, diseño, procesos, transformación y agentes que la transforman merecen más dudas que certezas ante el futuro que se intuye. ¿A qué futuro tenemos derecho?
“BITARTEAN”- el intersticio entre lo superado y lo incierto
Salimos de casa y nos detenemos en el vestíbulo, con la mirada renovada por las incertidumbres ambientales, sociales, económicas… Y transitamos por un lugar de paso con la tensión entre un modelo heredado que parece desvanecerse como referencia y unas alternativas que despuntan sin convertirse en norma. Experiencias, prototipos y proyectos siempre en el margen se acumulan en el imaginario de las utopías disponibles pero ¿cómo damos el paso del laboratorio al continuo urbano? ¿Qué dejamos en el zaguán y qué cogemos de él para adentrarnos en la ciudad que sea casa? ¿Cómo hacemos reales las ensoñaciones de las largas horas que hemos pasado mirando por la ventana?
Ya en la calle, no podemos evitar observar cómo la ciudad heredada ha centrado su atención en lo “productivo”, reduciendo los cuidados, lo “reproductivo”, a la opacidad de la esfera doméstica. Un mayor protagonismo de las relaciones entre vecinas y vecinos debe repensar la calle y lo público desde la amabilidad y la domesticidad. La calle debe ser menos pasillo y más recibidor, dando la bienvenida a la calle a más actividades y vecinas, sacando partida de los límites ambientales a los que debemos acostumbrarnos y compartiéndola mejor con el resto de las especies animales y vegetales como nuevos ecotopos (zoópolis). Y, con todo, lo “productivo” no debe orillarse ni apartarse sólo a la esfera de lo digital, la calle renovada merece ser también el lugar de nuevas actividades económicas de barrios productivos.
Alargando nuestro paseo hacia la ciudad menos consolidada se nos ocurre que los planes oficiales de los espacios urbanos considerados obsoletos suelen llevar apareada la degradación planificada como hecho recurrente, conllevando el borrado del capital físico y social, entre lo informal que sí hace ciudad y lo formal que la convierte en solar. Entonces, ¿cómo pensar la transición del plan urbanístico como dibujo de una realidad acabada al plan-proceso como agenda y camino que no recurra al abandono y al derribo sino a la sustitución e incorporación paulatina de espacios, actividades, agentes y vecinas y vecinos? El vaciado y sustitución versus la reutilización del patrimonio mediante el reescalado social del patrimonio, el papel del urbanismo táctico pero también del patrimonio táctico, la medida de las operaciones, el mantenimiento y fortalecimiento del capital social y relacional, el urbanismo comunitario frente al “urbanismo de los propietarios” nos parecen entonces ingredientes inexcusables del plan-proceso y del plan-agenda siempre revisable versus el plan-dibujo como pacto, a veces imposición, enseguida obsoleto.
De vuelta a casa, descubrimos que al lado de la ciudad de nuestras ensoñaciones la ciudad paseada de nuevo se nos ha hecho escasa. Pero la ciudad es casa, una parte fundamental de ella: el lugar de la serendipia, del anonimato de partida, el espacio necesario de lo imprevisto y por tanto de lo no planificable. Un espacio que dé sentido a seguir imaginando por la ventana.